En 1875, las primeras vías del ferrocarril de la compañía Sorocabana avanzaron hacia el oeste paulista. El viaje inaugural trajo la promesa de una nueva época —aunque nadie presagiaba lo efímero de aquel primer recorrido. Entre las ciudades de São Paulo, Itu, Sorocaba y posteriormente Jundiaí, el accidentado terreno fue vencido poco a poco por la tecnología de la época, aunque de forma precaria. Este hito histórico coincidió con la decadencia del ciclo algodonero y, más tarde, del cafetalero, economías que durante generaciones habían sustentado el sueño de un porvenir próspero y duradero.
Estos primeros años marcaron una etapa crítica para el sector ferroviario en el estado de São Paulo: en 1904, la compañía União Sorocabana-Ituana se declaró en bancarrota. En 1907, fue absorbida por la compañía Brazilian Railway, con lo que se inició un nuevo ciclo de crecimiento y expansión. En esa época se proyectaba un ambicioso plan de integración continental, un sueño que nunca llegaría a realizarse del todo. Cuando la concesión llegó a su fin, y bajo el liderazgo del diputado Júlio Prestes y del entonces gobernador del estado de São Paulo, Altino Arantes, la vía férrea fue nacionalizada en 1919 y rebautizada como Estrada de Hierro Sorocabana.
